Visitar este museo es la manera
ideal de conocer toda la historia del ferrocarril en España. La ubicación en la
que se encuentra es uno de sus principales atractivos.
El edificio por el cual se
accede, es un antiguo economato construido para los trabajadores. Allí también
se encuentra una pequeña exposición de elementos relacionados con el mundo del
tren, y una zona de audiovisuales. Esta es la parte del museo más dedicada a
los niños.
También está allí la antigua mesa
de enclavamientos de la estación de Francia de Barcelona. Antes de la llegada
de los sistemas informáticos, era la manera de gestionar el movimiento de los
trenes a través de la estación, de manera completamente manual. Frente a ella
se encuentra el esquema de todas las vías de la misma, con las indicaciones de
cómo comunicar unas con otras. Fue fabricada por Thomson-Houston (predecesora
de General Electric), en el año 1924.
Ya en el exterior, llegamos al
corazón del museo, la rotonda de locomotoras, donde se encuentran las piezas
más interesantes. Haciendo un viaje del tiempo, podemos ver la evolución
ferroviaria a lo largo de la historia.
En 1948, para celebrar el
centenario del primer tren que circuló por España (el Barcelona – Mataró), se
construyó una réplica de aquel tren, formada por la locomotora y un vagón de
cada clase (primera, segunda y tercera). Los vagones son realmente pequeños, y
los interiores muy peculiares; desde las cómodas butacas tapizadas de primera,
hasta los bancos de madera en tercera.
También hay vagones de principios del siglo XX en los que
se ha recreado la manera de viajar de la época. Lo más interesante es el coche
comedor, con la mesa puesta lista para poder disfrutar del viaje.
Llegamos así a las grandes
locomotoras de vapor, las enormes máquinas de color rojo y negro, de las cuales
hay más de 20 ejemplares. Desde las más pequeñas máquinas de maniobras, hasta
las más grandes y modernas. Las más espectaculares son las más modernas, como
las de las series Mastodonte y Mikado, que fue la última de vapor en circular
en España.
En muchas de ellas se puede subir
a la cabina, y ver lo complicado que tenía que ser manejar un aparato de esos,
a más de 100 kilómetros por hora y con el ruido y calor de la caldera y el
vapor.
Todo el manejo es, por supuesto, manual, y la visibilidad de la vía es
prácticamente nula, ya que apenas hay un pequeño cristal frontal a cada lado.
También es posible abrir la gran tapa circular frontal de algunas de ellas,
viendo así los castigados tubos de la caldera, muy corroídos por el paso del
tiempo y la mala calidad del agua en muchos casos.
Después llegaron las locomotoras
eléctricas como las tipo cocodrilo, o las diésel americanas de hasta 3000
caballos de potencia.
Sin embargo, lo que seguramente
llame más la atención por estar aun en el recuerdo de muchos, sea el conjunto
de tren Talgo con locomotora y 4 coches. El interior está perfectamente
conservado, y la parte trasera del tren tiene una distribución que seguramente
nunca volvamos a ver en los trenes actuales, con unos sillones enfrentados a
cada lado del vagón, con unas mesas en el centro, y una parte trasera
panorámica desde la que se podían ver las vías que quedaban atrás.
También hay algunos materiales
para el mantenimiento de las vías, y un vehículo automotor diésel.
Situación y precio
El museo se encuentra justo al
lado de la estación de cercanías de Vilanova, y una de las opciones para hacer
un completo día ferroviario es adquirir el billete combinado del cercanías +
museo, que por un precio de 9€ nos permite llegar desde cualquier punto de la
red de cercanías de Cataluña.
La entrada general cuesta 6€,
aunque hay numerosos descuentos.
Fuentes
http://
http://museudelferrocarril.org/
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