domingo, 26 de abril de 2020

Antiguos depósitos de Zaragoza

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el suministro de agua a la ciudad de Zaragoza se realizaba a través de fuentes situadas en sus principales plazas. Su aumento hizo necesario mejorar su abastecimiento, y el proyecto para hacerlo fue encargado al arquitecto Ricardo Magdalena. Dado que el suministro de agua iba a ser desde el Canal Imperial de Aragón, la zona elegida fue el camino que conducía a Torrero (actualmente Paseo Cuellar).


La instalación original, inaugurada en 1878, estaba compuesta de un depósito exterior divido en 2 partes, con capacidad total para 40.000 metros cúbicos de agua. De ahí el agua pasaba a través de un sistema de filtros a los depósitos subterráneos. Estos dos depósitos soterrados eran gemelos, situados uno junto al otro y separados por un muro. Estas divisiones, tanto en los exteriores como en los interiores, era necesaria para poder realizar limpiezas o mantenimientos mientra se seguía suministrando agua a la ciudad. Cada uno de ellos constaba de 3 naves de 11 arcos abovedado cada una. En la parte exterior de algunos de ellos existes aberturas que permitían la salida del aire durante el llenado de los mismos.






El crecimiento de la ciudad hizo necesaria en 1897 la construcción de un tercer depósito exterior, del mismo tamaño que los 2 anteriores juntos. A partir del año 1911, la construcción de los depósitos de Casablanca hizo pasar a estos de Torrero a la labor secundaria que tuvieron hasta mediados del siglo XX, cuando fueron clausurados.
En los años 80 se recuperó este espacio como lugar para exposiciones artísticas, abriéndose el actual acceso desde el Parque Pignatelli que se utiliza actualmente, ya que originalmente las escaleras de acceso a cada uno de los tanques subterráneos era por el lateral de los mismos.


La visita que actualmente se realiza, solo permite el acceso a los depósitos subterráneos, y no al resto del complejo exterior. Si bien esta es la parte más importante y de mayor interés arquitectónico, la visión del conjunto no queda completa.
En los próximos años se ha proyectado la construcción de un parque y viviendas en esta zona, aunque no está clara la función que jugarán los antiguos depósitos en este proyecto.

domingo, 22 de marzo de 2020

Museo de la automoción Roda Roda

Este museo de encuentra en pleno centro de Lérida, en un edificio de los años 50, que fue construido para albergar un almacén de camiones de CAMPSA. Se trata del típico edifico dedicado a la automoción de mediados del siglo XX, con grandes ventanales formados un mosaico de pequeños cristales, y paredes de azulejos (ahora de color verde). El edificio tuvo varios usos, hasta que finalmente en el año 1997 se convirtió en el museo que es ahora.

Todos los vehículos que hay en el museo son antiguos, desde las primeras motocicletas, hasta vehículos de los años 70 / 80. La variedad es enorme, motocicletas, camiones de bomberos, de transporte de mercancías, etc. En algunos vehículos, hay mucha información disponible, mientras que en otros no existe ninguna. Muchos de los vehículos son de propiedad particular, y el museo los tiene en depósito.








También hay unas exposición de miniaturas, una sala de motores, y la recreación de un taller.



A mí particularmente, la pieza que más me gustó fue el Rolls Royce Phantom Torpedo de 1925. Os dejo la foto para terminal la entrada.


Situación
Calle de Santa Cecília, 22 (Lérida)
Precio
Gratuito
Fuentes
www.museudelautomociodelleida.cat



lunes, 2 de diciembre de 2019

Sorigué - Proyecto Planta

Planta es un proyecto probablemente único, en el que se busca dar un retorno social en el marco de una actividad económica / industrial. La fundación Sorigué cuenta con una inmensa colección de arte, parte de la cual ha decidido mostrar a través de este proyecto. En su sede de La Plana del Corb en Balaguer (Lleida), se han adaptado ciertos espacios como naves, que estaban en desuso, para mostrar tanto parte de su colección, como otras obras de arte. También se han creado espacios adaptados propiamente a las obras, y otras se exponen directamente al aire libre.




La característica más peculiar de este proyecto es que el resto de la instalación industrial, principalmente dedicada a la extracción de grava y fabricación de piezas de hormigón, está en funcionamiento y lo combina con los espacios expositivos. Esto es un gran reto, por los riesgos que entraña el juntar en un mismo espacio actividad industrial con visitantes y obras de arte.


La visita comienza en un pequeño centro de recepción, donde nos explican el origen y filosofía del proyecto. Esto es muy importante, ya que de no ser así, el encontrar estas peculiares mezclas de arte e industria crearía confusión en el visitante.


De ahí pasamos a una nave situada a unos metros, donde se expone la obra "Double Bind" del artista Juan Muñoz. Esta obra fue creada para ser expuesta en la Turbine Hall del TATE Modern de Londres, y posteriormente trasladada aquí. Se trata de una serie de elemntos que ocupan toda la nave, la cual ha sido adaptada por completo para ello. La obra se va descubriendo poco a poco, en un ambiente que no deja indiferente.




De ahí nos trasladamos en un autobús al siguente espacio, que es otra nave situada en el interior del complejo. Antes tenía otros usos, y ha sido readaptada colocandole dos puertas que funcionan a modo de exclusas, para evitar que polvo u otros elementos puedan entrar y dañar la exposición. En ella se exponen 3 obras del alemán Anselm Kiefer, todas de grandes dimensiones.



El siguiente destino es una especie de montículo, generado a base de haber sido extraidos áridos de su alrededor. En él hay un edficio cuyas paredes son de una mezcla de arena y agua, con unas propiedades que permiten aislar la sala del exterior. En ella se expone la obra de videoarte "Ocean Without a Shore" de Bill Viola. Se trata de 3 pantallas en las que se proyecta la obra, que tiene una duración de unas 4 horas; sin embargo, vemos en torno a 10 minutos.

En el exterior del edificio, las últimas esculturas son 2 cabezas de Antonio Lopez. Al estar en un emplazamiento elevado, en los días despejados se puede ver hasta la Seu Vella.




La visita, que dura unas 2 horas, se centra completamente en el proyecto planta y en la parte artística y, si bien no hay intención de ocultarlo, a penas se muestra el funcionamiento de esta instalación.

Situación
Complejo industrial La Plana del Corb, en Balaguer (Lleida)

Precio
10 €

Fuentes
www.fundaciosorigue.com

lunes, 27 de agosto de 2018

Museo minero de Escucha

En la provincia de Teruel, la actividad económica de la comarca de Cuencas Mineras ha girado desde el siglo XIX en torno al carbón. La generación de energía a través de este mineral, así como las centrales hidráulicas eran las 2 grandes fuentes de energía del país, lo que supuso que las zonas mineras tuvieran un importante desarrollo económico e industrial. Sin embargo, a lo largo del siglo XX, la apareció de otras fuentes más eficientes de generación energética supuso un declive paulatino de la actividad relacionada con el carbón, y muchos de los pozos y centrales se cerraron. La falta de una alternativa industrial a esta actividad, que provoca un importante problema de despoblación, ha hecho que se pongan en macha varias alternativas turísticas, entre ellas la recuperación de instalaciones mineras para poder ser visitadas.



En la localidad de Escucha, a finales del siglo XIX se abrió el pozo “Se Verá”, el cual estuvo funcionando hasta el año 1968, en el cual finalizó la extracción del carbón. Sin embargo, todavía se utilizó hasta el año 1991 como galería de ventilación del cercano “Pozo el Pilar”; un pozo de acceso vertical a mucha mayor profundidad que el anterior. Hoy en día, el espíritu del proyecto es el de hacer vivir a los turistas la experiencia del trabajo en la mina. 



En la parte exterior encontramos muestra de varios de los equipos que se utilizaban en la actividad minera. Desde curvadores de tubos para fabricar las piezas que posteriormente soportarían las galerías de la mina, hasta compresores de aire. También podemos ver los vagones que se utilizaban para extraer el carbón de la mina, y una pala que se utilizaba para cargarlos. A alguien le debió parecer buena idea llenar los vagones de piedras pintadas de negro...



También existe una recreación del interior de la mina con cintas transportadoras; aunque no entiendo que sentido puede tener cuando vas a poder visitar la mina real.





El punto fuerte de este proyecto es la visita al interior de la mina. En una caseta cercana a la boca de entrada, todos los turistas se equipan con un casco con linterna al estilo de los auténticos mineros. Además del realismo que da a la visita, cumple con su 
función de seguridad, ya que hay zonas angostas y sin mucha iluminación. Una vez dentro de la mina, el primer paso es descender a una profundidad de 100 metros, donde se encuentran algunas de las galerías. En su día los mineros accedían a esta zona a pie por una galería paralela al pozo principal, ya que este se utilizaba para subir el mineral a través de raíles en vagones. En la actualidad, las vagonetas que extraían el carbón se han modificado, y se les han añadido asientos para poder transportar cómodamente a los turistas. Estas vagonetas descienden por una pendiente mayor del 30%, arrastradas por un cable de acero que es manejado desde una estación en la boda de la mina. Ya en la profundidad de la mina, podemos como funcionaba la mina en sus distintas épocas; primero con sistemas de entibación de madera, y utilizando burros para mover el material a través de la mina. Posteriormente con cuadros metálicos y herramientas eléctricas. El final de la visita consiste en la simulación de una explosión dentro de la mina, que se recrea con sonido, luces y una máquina de humo; algo bastante simple pero que provocó auténtico pavor en algunos de los niños que participaban en la visita.
No hay ninguna foto del interior de la mina ya que la guía nos indicó que estaba prohibido tomarlas. Una pena, especialmente porque pocas personas dejarán de vivir esta experiencia por ver unas fotos en internet.

Situación
Calle Carretera 7, Escucha (Teruel)
Precio
Adultos: 12 €
Fuentes
www.museomineroescucha.es 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Moser - Cristal de Bohemia

Karlovy Vary es una ciudad situada en la región checa de Bohemia. En el siglo XIX, se convirtió en un importante destino turístico gracias a sus aguas termales. Además de sus balnearios, Karlovy Vary es famosa por su licor Becherovka, y el cristal de Bohemia.


En el año 1857, Ludwing Moser abrió una tienda de cristal, y en 1893 creó su propia fábrica. Desde entonces, la producción no se ha detenido, creando un cristal libre de plomo, y por tanto mucho más respetuoso con el medio ambiente. Sin embargo, añadiendo potasio y óxido de calcio, consiguen un cristal con las mismas propiedades.


La factoría mantiene su arquitectura original, con las fachadas y exteriores en perfecto estado, incluida la chimenea, que recuerda el antiguo funcionamiento de la fábrica con carbón.


La visita comienza en la fábrica, donde vemos todos los elementos con los que se crea el cristal, tanto el transparente como los cristales de colores, que se consiguen añadiendo a la mezcla óxidos de diferentes metales. También nos explican todo el proceso antes de pasar a verlo por nosotros mismos.


El primer paso en la fabricación del cristal es el de fundir la mezcla dentro del horno. Estos hornos se calientan con quemadores de gas natural, y trabajan a temperaturas de más de 1100 grados. Para poder mirar dentro del horno el estado en el que se encuentra el cristal, los trabajadores llevan colgado al cuello una “careta” con la que proteger los ojos de la radiación.


El siguiente paso es dar forma al cristal, y todo empieza por sacarlo del horno. Para ello se utiliza una varilla larga con un mango, que los operarios manejan sin ningún problema. No ocurre lo mismo cuando los turistas intentamos hacer lo mismo con una que tienen de muestra, y es que con el cristal, puede pesar más de 20 kilos.


Una vez tenemos el cristal fuera del horno, hay varias técnicas para darle forma, ya sea mediante soplado o moldeado. Es muy curioso ver como se unen varias piezas realizadas en distintos moldes para formar otras más complejas.


El último paso del proceso es el enfriamiento, y este se hace en una cámara a temperatura controlada. En función del tipo de pieza, se introduce en una cintra u otra. Cada una de ellas tiene distinta velocidad, por lo que el enfriamiento es más rápido o más lento. Este trabajo lo realizan principalmente mujeres, que van recogiendo las distintas piezas por toda la fábrica para llevarlas a la zona de enfriado.


Llama la atención como en una fábrica donde se trabaja con materiales a tan alta temperatura, en la vestimenta de los trabajadores lo habitual sea el zueco y la camiseta (en algunos casos hasta las sandalias y el pantalón corto). Además el ambiente de trabajo parece muy agradable, con los empleados sonrientes o haciendo bromas. Contrasta con las condiciones laborales que nuestra guía nos cuenta que los trabajadores tienen, y es que debido a los riesgos y condiciones de trabajo, disfrutan de reducciones de jornada y jubilaciones anticipadas entre otras.


La segunda parte de la visita es el museo. Esta parte se realiza con audioguía, y además hay varios vídeos. Me parece menos interesante, ya que todos hemos visto muchas piezas de cristal, y aunque tienen su encanto, no es lo mismo que ver la fabricación.



Una vez terminada la visita, la última parada es la tienda, de donde podernos llevar a casa un recuerdo de estas obras de arte. Hay de todo, desde vasos y copas de todos los tipos y colores, hasta esculturas y piezas de decoración.


Situación
Kpt. Jarose 46/19 Karlovy Vary (República Checa)

Fuentes
www.moser-glass.com

sábado, 14 de octubre de 2017

Bodega SOMMOS

Sommos es sin duda la bodega más vanguardista del Somontano, y es que su arquitectura de acero inoxidable y vidrio entre los viñedos y con el Pirineo de fondo hacen que el contraste sea espectacular. La entrada se hace por un camino entre los viñedos y rodeado de cipreses por el cual se llega a la gran fuente central.


Justo en frente en la planta baja, se encuentran las cristaleras del restaurante, y subiendo por cualquiera de las dos rampas laterales, la entrada a la bodega.


Esta bodega está muy enfocada al turismo, por lo que a la visita guiada de rigor podemos añadirle muchas otras actividades, desde maridajes de vinos, hasta paseos a caballo o en segway. El video de presentación ya nos deja clara su apuesta por la tecnología, y es que parece que vayamos a entrar más en una nave espacial que en una bodega vinícola.


El proceso de vendimia se realiza durante la noche y con máquinas de recogida automáticas mediante vibración (lo que permiten que se recojan únicamente las uvas que se encuentran en el punto exacto), y a más baja temperatura para que sea necesario posteriormente emplear menos energía en reducir su temperatura.
La nave de elaboración tiene una altura de 27 metros, y es parcialmente subterránea, a fin de ayudar a mantener su temperatura estable. Además su altura permite funcionar el OVI (objeto volador identificado), que consiste en una tolva de acero inoxidable que cuelga de los dos puentes grúa que tiene la nave. Este equipo (el cual lleno puede pesar hasta 11 toneladas), permite el transporte tanto de la uva como de los mostos por la bodega sin necesidad de utilizar los tradicionales tornillos, cintas transportadoras y bombas. Esto, según sus explicaciones, evita los daños en los granos de uva, y el someter a presión al vino y mosto al ser bombeado, lo que mejora las propiedades del mismo.


Después pasamos a la sala de barricas, donde funciona el llamado “robot explorer”. Se trata de unos AGVs (Automated guided vehicle) que se encargan los transportar los bastidores que contienen las barricas para hacer las distintas operaciones, como trasiego o embotellado del vino. Estos robots, incluso se montan dentro de ascensores para moverse por las distintas plantas de la bodega.


Para que un transportador automático como el de barricas sea rentable, ha de estar funcionando la mayor cantidad de tiempo posible. Los pocos movimientos que son necesarios en una bodega nos hacen pensar que estos equipos son más un producto de marketing que una mejora real del funcionamiento. De hecho durante la visita no pudimos ver funcionar ninguno de los 2 mecanismos (ni el OVI ni el Robot Explorer).


El último paso es probar los caldos, lo cual se hace en una sala blanca, con mesas del mismo color y luz indirecta en cada una de ellas para poder apreciar sus tonos. Un ambiente  en el que poder dar los primeros pasos en el mundo del enoturismo, pero que también se utiliza para jornadas profesionales.


Dentro de la muchas bodegas que pueden ser visitadas en el Somontano, esta es la más apropiada si se busca encontrar la modernidad y vanguardia, o conseguir unas espectaculares fotos de su arquitectura.

Situación
Carretera Nacional 240, Km. 155 –– Barbastro (Huesca)

Precio
Visita + cata de 3 vinos: 10 €

Fuentes
http://www.bodegasommos.com